Tres poetas solidarios con Dora María Téllez y con Nicaragua



COMANDANTE DOS
(Daisy Zamora)


Dora María Téllez
de 22 años
menuda y pálida
de botas, boina negra
el uniforme de guardia
muy holgado.

Tras la baranda
yo la miraba hablar a los muchachos
bajo la boina la nuca
blanca
y el pelo recién cortado.
(Antes de salir, nos abrazamos)

Dora María
la aguerrida muchacha
que hizo temblar de furia
el corazón del tirano.

Daisy Zamora (Managua, Nicaragua). Poeta, escritora, promotora cultural y traductora. Participó en la lucha estudiantil contra la dictadura de Somoza a comienzos de los 70s. Militante del FSLN desde 1974, fue combatiente en la lucha armada y tomó parte en varios operativos, entre ellos, la toma del Palacio Nacional en 1978. Fue directora de programación de la clandestina Radio Sandino, y después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista fue viceministra de Cultura. Posteriormente, desempeñó diversos cargos directivos y ha ejercido la docencia universitaria en su país y en universidades de los Estados Unidos. Fue editora de la revista Pensamiento Propio de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales. Sus escritos han aparecido en revistas y publicaciones literarias en Latinoamérica, El Caribe, los Estados Unidos, Canadá, Europa, Australia y Vietnam, y sus poemas han sido incluídos en más de cincuenta antologías en quince idiomas.Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Mariano Fiallos Gil, de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (1977) y el premio del California Arts Council en el 2002.


LA MILPA
(Norberto Salinas)

"Todo pisoteado y vendido
Así no más
por unos cuantos traidores".
Iván Montenegro
sueña una milpa
después del triunfo de La Revolución
sueña sus flores
sus granos de luz

Nos dirigimos al campamento de Cusuco
desde Los Chiles
Adelante trepa y zigzaguea el barro
en un pick-up cargado de compas
el Comandante Garcillón
Nos acompaña Elvira la maestra
y el boxeador Tortuguita también panameño
Vamos cantando y a veces sólo un poco de nostalgia
Días antes Oscar Benavides
recordaba a Leonel Rugama
enseñando ecuaciones a los chavalos
y el poema que más le gustaba de Vallejo
lo sabía de memoria
“El momento más importante de mi vida
todavía no ha llegado”

Es el día de tus quinceaños Verónica
-fue tan difícil cambiar tus zapatillas transparentes
por unas botas 34-
mientras nos hablabas de tu madre en Managua
Te paralizaste con los disparos contó después Emmett
-uno de los tres sobrevivientes de Nueva Guinea-
Y así entre tus trenzas y tu adolescencia
ojos inmensos y bellísimos

Cuarenta cincuenta mil Ivanes y Oscares y Verónicas
y soñadores internacionalistas
y después del triunfo otros tantos
en el más grande poema de amor enterrado en las trincheras del norte y del sur
en Nicaragua.

Norberto Salinas nació en San José, Costa Rica, en 1957. Estudió Filología en la Universidad de Costa Rica. Participó en la Brigada Leonel Rugama durante la guerra de liberación de Nicaragua. Trabajó junto al poeta Rodolfo Dada en la organización de los mercados de Managua de 1979 a 1981. Miembro fundador del Taller de los Lunes y de la Editorial Lunes. Dirige del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica y el Taller de poesía de Hatillo, al sur de San José. Ha publicado Luna en Bebedero (1990), Mascarón de proa (2004) y aparece en algunas antologías de la poesía costarricense y centroamericana.


LOS NIÑOS DE LA CALLE
(William Grigsby Vergara)


Los niños de la calle tienen más poder en sus miradas
que todo el poder que puede acumular
un gobierno con su ejercito de ministerios.
En el poder, los amantes se relamen
y usan la bandera para acurrucarse.
Mientras tanto y bajo el frío nocturno,
se cuelgan de los semáforos, racimos de niños
que viven en huelga de hambre desde siempre
y parecen cocos celeques colgando de los semáforos.
Luz verde. Puede pasar la caravana presidencial.
Luz amarilla. Puede pasar la caravana.
Luz roja. Puede pasar todavía.
No hay semáforo que la detenga.
El presidente cuelga la bandera nacional en un tendedero.
La bandera nacional es un harapo.
Ya no hay héroes ni mártires.
Hoy solo quedan niños valientes en las calles.
Son los niños de la nación tan maltratada
los que tienen el corazón en las rodillas
y en los pies cocidos de pavimento
y en sus rostros perdidos la verdad amontonada.
Perdidos en la calle como bolsas plásticas.
Así son los rostros de los niños.
La caravana presidencial surca otro semáforo barrido.
Los semáforos se ven tan sucios y macilentos
luego del paso de la caravana presidencial.
El presidente prende el micrófono.
El micrófono se comerá sus palabras.
El viento las arrojará sobre el lago de Managua
como una lluvia de polvo primitivo
mientras vomita retórica en alguna plaza.
Los niños de la calle son como morteros callejeros
que estallan entre los rótulos rosados del poder.
Los niños tienen el poder en sus miradas.
Los niños se tomaron las calles.
Los niños limpian los vidrios de la apatía nacional.
Los niños se montan uno sobre otro
hasta llegar a la nariz del presidente
y darle una bofetada en la conciencia.
Los niños de la calle se tomaron la noche.
Se tomaron la luna con la leche de su luz.
La luna amamanta a los niños de la calle.
Los niños son los dueños de la peligrosa oscuridad.
Los que barren, los chiboleros, los lustreros,
los niños cuida-carros, los vende agua,
los monederos de las aceras apiñadas,
los niños que jalan carretones
y los que venden su pobreza en los diarios
y los que venden periódicos con ellos en las portadas
y los que hacen mandados en los mercados
y los que no saben leer ni escribir
y dibujan figuritas infantiles con la rama de un palillo.
Los niños que empujan llantas descocidas en las pendientes,
los que juegan al borde de los causes,
los niños de la capital que ya son tantos
cuyo único capital es la inocencia bajo el sol.
Los niños se le paran a los diarios muertos de futuros.
Los niños se tomaron la conciencia de la urbe.
Los niños del campo que ahora son de la ciudad.
Los niños cuyo único partido es la infancia
y la inocencia es su bandera de libertad.
Los niños que van a las marchas para hacer el alboroto
porque su jardín infantil son las rotondas y los bulevares.
Se tomaron las aceras para jugar fútbol con porterías de piedra.
Se tomaron las esquinas para hacerles favores a las putas.
Se tomaron el país antes que el mismo presidente.
Están en plena calle desde que los gobiernos engañan a la gente.
Mientras tanto, el rey de los ricos se disfraza de pobreza,
prepara el pecho para ponerlo en un discurso,
pasa en su carroza por los semáforos de la ciudad
y limpia su retrete con los diarios matutinos
que venden los niños de la calle cuando lo ven pasar.

Junio. 2008.
Managua.

William Grigsby Vergara. Nacido en 1985. Managua, Nicaragua. Mención de Honor en el Concurso Internacional de Poesía Joven Ernesto Cardenal 2005. Participa en la muestra de poesía nicaragüense escrita por jóvenes “Retrato de poeta con joven errante” (2005). Luego en la compilación de “Poetas, pequeños dioses” (2006). Es colaborador de El Nuevo Diario, la revista Envío y la revista digital Marca Acme. Actualmente estudia Diseño Gráfico en la Universidad del Valle.

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